De un lado un Obama, que ya
no puede exhibir su ‘Yes, we can’ y del otro, un Romney que precisamente se
presenta como ese cambio que Obama no ha podido, no ha sabido o no ha querido cumplir.
Es cierto que ha impulsado la reforma sanitaria, también que ha mejorado la
imagen exterior del país (no hacía falta mucho para mejorar el legado de Bush),
ha reformado el sistema financiero estadounidense, el mismo que se convirtió en
una de las principales causas de la crisis que sufrimos y ha generado puestos
de trabajo en industrias tan deficitarias como la automovilística de Detroit.
Sí, es cierto pero también
lo es que no ha cerrado Guantánamo, ese limbo cuya imagen me recuerda siempre a
la de los campos de concentración y personalmente ha defraudado las ilusiones
que había despertado en todo el mundo. Lo peor de su mandato, sin duda, para mí,
la disfrazada ejecución de Osama Bin Laden pasándose por el arco del triunfo
toda la legalidad internacional y la soberanía de un país como Pakistán. Pero si
se trata de matar terroristas y ganar unas elecciones…¿No importan los medios
no?
La ilustración está basada
en una imagen de la propia cuenta de Barak Obama en una conocida red social. Él
y su esposa miran de espaldas New York en ese caldoso romance eterno que
parecen vivir con sus esposas los presidentes de Estados Unidos. Todavía no
podían sospechar que unos meses después un ciclón castigaría la ciudad. Ese
ciclón que incluso parece haberle favorecido en su carrera a la reelección.
Personalmente, creo que Barack Obama no ha podido, no ha sabido o no ha querido, cambiar el mundo, por eso no lo elegiría, tampoco a Romney. Ojalá en su segundo mandato
(creo que ganará seguro los comicios) me demuestren que estaba equivocado, que sí que podemos, yes, we can...change the world, cambiar el mundo.
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